Las bodegas, ubicadas en Petra, un pequeño municipio en el corazón de Mallorca, son hoy una sintonía perfecta entre pasado y presente.
Un presente que salta a la vista y un pasado al que podemos viajar de la mano de algunos objetos antiguos que salpican los rincones del celler. Objetos que a pesar de haber perdido la utilidad para la que fueron creados, nos seducen. Porque están llenos de secretos y cargados de recuerdos… Han vivido, han visto, han oído… ¡Si los objetos hablaran…!
Son piezas de una realidad cotidiana de antaño que no sólo han sido testigos de la historia, sino que forman parte de ella. De la parte más importante, que fue la época en la que se pusieron los cimientos de las bodegas en las que hoy habitan y que han sabido avanzar con el tiempo sin perder sus raíces.
Donde ayer habían “cubells” de madera, hoy hay depósitos de acero inoxidable. Donde habían delicados instrumentos de análisis, hoy hay complejos equipos de medición. Donde había un teléfono sofisticado que hoy sería una antigüedad, hay móviles, ordenadores, internet… y relojes de gran precisión que, sin embargo, aún no son capaces de detener el tiempo… Aunque por un momento, bajo las bóvedas del celler, podemos tener esa sensación y sentirnos parte del pasado.
Los muros de la bodega sí mantienen el papel que se les otorgó y, cargados de historia, siguen siendo testigos de cada segundo. Han visto pasar la historia desde un entorno privilegiado y han ido escribiendo la suya con esfuerzo, tesón… y vino.